Denominamos fijación del precio, en función de la
competencia, al hecho de que las empresas determinen su precio, no por sus
costes o demanda, sino en relación al precio medio de las empresas
competidoras. La decisión puede estar entre situarse en el precio medio o bien
mantener determinadas diferencias al alza o a la baja. En estos casos, los
movimientos de precios se producen al mismo tiempo, o con pocos días de
diferencia entre las distintas empresas.
Estas actitudes responden a acuerdos implícitos o explícitos
entre las firmas competidoras y se producen en un mercado oligopolístico, es
decir, con pocos productores, como es el de la mayoría de los bienes de consumo
duradero. Estos acuerdos evitan las posibles consecuencias de una guerra de
precios entre las empresas que contribuiría a una disminución de los beneficios
de todas ellas y a desplazar la competencia hacia otras variables, como son
calidad del producto, comunicación, servicio técnico y logística.
Hace unos años, los empresarios eludían la utilización
de los precios como instrumentos para ampliar su cuota de mercado, por una
serie de razones, entre las que destacaban: el ser acciones inmediatamente
detectadas por la competencia, con lo que la respuesta era inmediata; y el que
en los casos de descenso generalizado de los precios se restablecía el
equilibrio con un menor beneficio para todos los competidores, salvo cuando la
demanda era muy elástica, como suele suceder muchas veces, en las que los
hombres de marketing crean la necesidad de un mercado que, de otra forma, sería
difícil de motivar. El precio mantiene un fuerte protagonismo en las diferentes
estrategias de marketing, lo que obliga a la mayoría de las compañías a entrar
en un juego que intentan evitar por todos los medios.
Tiene mucha importancia la actitud de la competencia
en la fijación de los precios mediante concurso o licitación. Este es un
procedimiento muy empleado en las empresas del Gobierno, compras de las
industrias y en la construcción. Consiste en que para un proyecto o producto
determinado en el que se especifican sus características básicas, las empresas
concursantes presentan sus ofertas; se adjudica el contrato a la empresa que
cumpliendo los requisitos establecidos ofrezca el precio más bajo.
La empresa decide su precio sin conocer a los
competidores y sin conocer si obtendrá el contrato. Presumiblemente, cuanto
menor sea su precio más fácil será obtenerlo. En función de su experiencia
puede establecer una posibilidad de éxito asociada a cada precio, P (P), con lo
que al conocer la diferencia entre ingresos y costes puede calcular su
beneficio esperado:
Beneficio esperado =
Probabilidad de obtener el contrato x (Ingresos – Costes)
Los costes pueden ser calculados dadas las
circunstancias del contrato y los ingresos o bien será igual al precio ofertado
(en caso de un producto), o puede ser obtenido a través de él (en caso de
múltiples unidades de un mismo producto). La dificultad mayor en el modelo
estriba en calcular la distribución de probabilidad de la obtención del contrato.
Para ello pueden utilizarse los datos de experiencias anteriores, o bien acudir
a estimaciones subjetivas de probabilidad.
CARLOS ANTONIO BAUTISTA BARRAGAN
FUENTE:
http://www.marketing-xxi.com/la-estrategia-de-precios-51.htm
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